El final de la carrera para conseguir la vacuna



El 21 de julio de 1969, Neil Armstrong, con Edwin Aldrin, piloto delegado del alunizaje, salían del módulo lunar para transformarse en los primeros seres vivos en pisar el suelo de la Luna. Este hecho supuso un punto de inflexión y un golpe de impacto en la carrera espacial que venía librándose a lo largo de años entre los USA y la URSS. Esta competitividad impulsó a estas 2 gigantes potencias a superarse de manera continua, procurando una y otra vez cada una en ser la primera en ofrecer nombre a los nuevos hallazgos que se producían.


Alrededor de medio siglo luego, y salvando las diferencias, presenciamos una totalmente nueva carrera en todo el mundo, de la que la historia se va a hacer eco, tal y como se ha producido de las hazañas espaciales. Esta nueva carrera es la carrera de la vacuna. Como todos comprendemos, la irrupción del covid-19 o SARS-Cov-2 ha golpeado nuestra forma de vida radicalmente, y a estas alturas, la mayoría de la población anhela la llegada de una vacuna que posibilite obtener la tan ansiada “inmunidad de rebaño”. Son bastantes los actores que intervienen en esta situación, y en lo que ciertos consiguieron recientemente poder comercializarla, a otros ya les falta poco.


A continuación analizaremos 3 de las vacunas más conocidas: en primera instancia las hechas por las organizaciones Pfizer y BioNTech, así como la vacuna de Actualizada, que explicaremos conjuntamente debido a que se fundamentan en la misma táctica, y en segundo sitio, la originada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford.


Para comenzar, debemos dejar claro el término de vacuna. La OMS (OMS) la define como “cualquier preparación dedicada a producir inmunidad contra una patología, estimulando la producción de anticuerpos”. Para lograr la citada inmunidad, las vacunas tienen que ser capaces de “presentar” a nuestro organismo el patógeno, o alguna de sus piezas, en condiciones de estabilidad, o sea, sin que este logre desarrollar la patología. Así, nuestro cuerpo humano produce las defensas primordiales para lograr combatir la infección una vez que esta sea real.


Además se requiere entender cómo el covid-19 nos infecta. El covid-19 consta de 2 recursos que debemos conocer: La proteína S y el material genético o ácido ribonucleico (ARN). El virus, en su proceso infectivo, consigue entrar en nuestras propias células usando la proteína S en forma de llave. Una vez dentro, “secuestra” a nuestra célula, y esta no posee más remedio que iniciar a leer el material genético del virus. Este material genético no es más que una “receta” que explica como crear nuevos virus. Esta receta está redactada en un idioma concreto, el del ARN, que consta de 4 letras. Por consiguiente, nuestra célula, como todo buen cocinero, seguirá la receta, elaborando una cantidad enorme de nuevos virus, que van a poder salir a “secuestrar” a novedosas células para avanzar el proceso.



Pfizer – BioNTech y Moderna

Estas organizaciones han optado por un plan muy semejante. ¿Qué pasaría si, en vez de la “receta” completa, se introdujera solo una parte? En aquello se han basado estas vacunas. En vez del material genético al completo, han seleccionado solo la parte que explica cómo crear la proteína S. Además, este gen de ARN de la proteína S lo han revestido con una envuelta lipídica, que le posibilita el ingreso al interior de la célula. Por consiguiente, una vez en la célula, esta seguirá la nueva receta, sin embargo esta vez únicamente se producirá la proteína S, la cual no es capaz de infectar novedosas células por sí sola. Por esto, en condiciones de estabilidad, las células de nuestro sistema inmune reconocerán las proteínas extrañas que se han producido y generarán anticuerpos para neutralizarlas, de forma que van a ser capaces de bloquear el virus una vez que realmente nos infecte.



Las dos vacunas fueron ya aprobadas por las autoridades sanitarias y en los ensayos pasados han demostrado una efectividad superior al 90%. Para su gestión, las dos necesitan de 2 dosis, separadas entre sí 21 días en la situación de la de Pfizer-BioNTech y 28 días en la situación de la de Actualizada. Referente a su almacenamiento, la de Pfizer debería conservarse entre los -60 y -80 °C, en lo que la de Actualizada es estable a -20 °C.


AstraZeneca – Universidad de Oxford

En la vacuna realizada por AstraZeneca, junto con la Universidad de Oxford, la táctica usada es distinto, pese a que además comparten ciertos puntos. Uno de ellos, ejemplificando, es el elaborado de que además usan únicamente una sección de la “receta”, la del gen de la proteína S, en vez de todo el material genético del virus. Esto, al igual que pasa con las vacunas de Pfizer-BioNTech y Actualizada, aporta estabilidad, debido a que al no contener el virus completo, la vacuna no es capaz de generar la patología.


Sin embargo, como dijimos, la vacuna es distinta, puesto que pese a usar la misma parte de la receta, esta se fundamenta en un idioma genético distinto, el del ácido desoxirribonucleico (ADN), que además consta de 4 letras. Además, para permitir la entrada de esta receta a la célula, en vez de usar una envuelta lipídica, se usa la cápsula de otro virus, el adenovirus del resfriado de los chimpancés, cuyo material genético propio fue antes inactivado, para eludir probables infecciones. A continuación, se introduce la porción de ADN de la proteína S, que es el que atrae.


Al entrar en acción, el adenovirus, como si de un transporte se tratara, transportará e introducirá el gen que tiene la proteína S del covid-19 en el centro de nuestras propias células. Una vez ahí, nuestra célula leerá la receta introducida, esta vez en el idioma del ADN, y la transcribirá a ARN. Una vez que culmine de transcribirla, la célula va a poder continuar la receta en ARN para construir otra vez la proteína S. En este punto, como en las vacunas anteriores, nuestro sistema inmune las reconocerá como extrañas y va a tener sitio la producción de anticuerpos y compra de la inmunidad.



La vacuna de AstraZeneca-Universidad de Oxford está en la actualidad en la casilla de salida, a la espera de su inminente aprobación. Su efectividad no está tan definida como en las anteriores, debido a que en los primeros ensayos mostraba en torno al 70% de efectividad, aun cuando en los últimos días se ha llegado a oír que sí puede conseguir cifras superior al 90%, como sus compañeras de Pfizer-BioNTech y Actualizada. Como ellas, además requiere ser administrada en 2 dosis, separadas por un intervalo de alrededor de un mes, presentando una virtud ante estas referente a su almacenamiento, debido a que es estable a una temperatura de entre 2 y 8 °C, lo cual posibilita que logre conservarse en una nevera y permite su almacenamiento y repartición.


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